Sí, hay mujeres en el tango. Con sus estilos diferentes, en distintas épocas, lo sintieron profundamente y pusieron vida en sus interpretaciones.
Todas ellas lo hicieron de una manera distinta la una de la otra, pero todas le dieron al tango ese toque femenino. Cantaron el tango en escenarios, en espacios radiales y televisivos. Lugares que le estaban poco reservados. Pero cantaron con el alma.
Hay una galería de recuerdos entrañables, que vuelven a la memoria de los amantes del tango con nombres gigantescos como Pepita Avellaneda, que cantaba el tango azarzuelado vestida de varón, con pañuelo al cuello y acompañándose ella misma con una guitarra; Libertad Lamarque, que llegó a los noventa manteniendo su voz de soprano; Azucena Maizani, la ñata gaucha; la Negra Bozán, heroína del Maipo; la Beba Bidart, que aunque ya no esté sigue taconeando en las milongas porteñas; Amelita Baltar, gran amor del maestro Piazzola que, con su voz de trasnoche, puso la "Balada para un loco" en el inconsciente colectivo; Virginia Luque, para siempre la morocha del patio; Rosana Falasca, que se quedó con los aplausos de la "Botica del Ángel"; Eladia Blásquez, alquimista del nuevo tango, voz potente, poeta del asfalto; Susana Rinaldi, "embajadora lunfa del tango; Adriana Varela, hija tanguística del gran Goyeneche; y Tita… Tita de Buenos Aires, "paradigma de mujer" que nos fue hace poco dejándonos tanto.
El canto es la primera expresión musical del género humano. Y el tango es el primer amor de tantos rioplatenses. Las mujeres del tango tienen ganas de cantarlo. Y por ello viven.
El tango es nuestro. Es el género que nos representa en el mundo. Y estas mujeres se metieron en su alma para no abandonarlo jamás. Ellas ya son parte del “dos por cuatro”.
Porque hay mujeres que cantan tango…
Deck Garden
Hace 1 año
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